lunes, 7 de septiembre de 2015

Santificado sea tu nombre...

Lucas 11:2
Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.

Es interesante que ante el pedido realizado por los discípulos, (Lc 11:1 Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.) Jesús puso palabras en sus labios, tal como una madre ayuda a su hijo pequeño a repetir palabras que estan relacionadas con objetos o acciones creando puentes en la mente, ayudando a articular palabras que expresan sus necesidades.

Jesus no solo debe enseñarnos a pedir correctamente, sino que debe revelarnos cuales son nuestra necesidades reales, pues la mente humana siempre confusa no logra discernir cuales son sus carencias verdaderas.


El primer pedido: Santificado sea tu nombre...

La necesidad de santidad, no como un atributo inherente a nuestra persona, no como un pedido de mejoramiento personal, no como una cualidad que nos realce, todo eso puede ocurrir como una consecuencia, o tal vez como lo experimenta la iglesia perseguida esa santificación se transforma en dolor y vergüenza pública.

El énfasis de esta frase central esta en que Dios sea santificado, su nombre conocido y dignificado, una frase que nos obliga a poner nuestra mirada en Dios, buscando que nuestro pensamientos profundos y nuestro comportamiento publico le devuelva la honra que solo El merece.

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