viernes, 2 de octubre de 2015

Acción residual.

Hebreos 11:11
Fue por la fe que hasta Sara pudo tener un hijo, a pesar de ser estéril y demasiado anciana. Ella creyó que Dios cumpliría su promesa.

Conociendo los hechos ocurridos en el libro de Génesis, cabe la pregunta:¿Sara tuvo fe?

El relato del encuentro de Abraham con Dios, cuando este se dirigía a la ciudad de Sodoma, nos muestra a una Sara escuchando con cierto sigilo el diálogo entre el Señor y su marido a cierta distancia:

Génesis 18:10-15 NTV
Entonces uno de ellos dijo:
—Yo volveré a verte dentro de un año, ¡y tu esposa, Sara, tendrá un hijo!
Sara escuchaba la conversación desde la carpa. Abraham y Sara eran muy ancianos en ese tiempo, y hacía mucho que Sara había pasado la edad de tener hijos. Así que se rió en silencio dentro de sí misma, y dijo: «¿Cómo podría una mujer acabada como yo disfrutar semejante placer, sobre todo cuando mi señor —mi esposo— también es muy viejo?».

Entonces el Señor le dijo a Abraham:
—¿Por qué se rió Sara y dijo: “¿Acaso puede una mujer vieja como yo tener un bebé?”? ¿Existe algo demasiado difícil para el Señor? Regresaré dentro de un año, y Sara tendrá un hijo.
Sara tuvo miedo, por eso lo negó:
—Yo no me reí.
Pero el Señor dijo:
—No es cierto, sí te reíste.

Confrontada por aquel que bien nos conoce, incomoda trata de ocultar su reacción espontánea ante semejante afirmación, aquella risa de Sara, fue la risa de la sorpresa, quizá de la incredulidad.

Dios ya había prometido descendencia a Abram cuando pactó con él según se nos relata un encuentro anterior

Génesis 15:3-4
Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa.
Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará.

Sin embargo, Abram cedió ante el pedido de la misma Sara:

Génesis 16:2
Dijo entonces Sarai a Abram: Ya ves que Jehová me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva; quizá tendré hijos de ella. Y atendió Abram al ruego de Sarai.


El Padre de la fe vasila en su fe, y toma el camino más sencillo, echando mano de los recursos naturales para ayudar a Dios a cumplir su promesa, aconsejado por el pragmatismo de su esposa.

Pero en esta última oportunidad cuando fue visitado por la comitiva celestial, Dios no sólo habla con Abram sino también con Sara, y aunque está en un principio, recepciono la palabra con cierta incredulidad,luego el dicho de Dios trabajo en su corazón y sus pensamientos, aquellas palabra habladas se movieron potente y silenciosamente  (pues la palabra de Dios es viva y operante Heb. 4:12), y gestaron en el transcurso del tiempo, verdadera fe, mediante la cual recibió fuerza para concebir.


Como un ingrediente con poder residual, así se dice de las sustancias que siguen activas mucho tiempo luego de aplicadas, así también la palabra de Dios tiene el poder de mantenerse viva para hacer todo aquello para lo cual fue enviada.

Isaías 55:11
así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.

Que tremendo valor tiene para nosotros atesorar las palabras de Dios en nuestro corazón, dejándola habitar nuestros  pensamientos diarios, no permitiendo que caiga a tierra  cuando Dios nos habla en lo particular (1 Sm. 3:19), prometiendo, corrigiendo, anticipando, preparándonos para lo que vendrá.

Los hechos registrados en la escritura, manifiestan el modo con que Dios trabaja en la vida de los hombres, y mujeres que se acercan a Él, son estos mismos hechos los que nos
marcan un camino, y nos inspiran a imitar el ejemplo de aquellos que mediante la fe alcanzaron promesas.

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