Cuando nos vemos reflejados en la imagen que nuestra mente crea de nosotros, mismos, por lo general nos auto percibimos en forma benévola, vemos que las fallas son graves en los demás , pero en nosotros son apenas debilidades no muy serias.
Esta autopercepción es un espejo engañoso, nos devuelve una imagen deformada de lo que realmente somos. Podemos vivir toda una vida en este autoengaño, sin confrontarnos con la realidad, según Dios nos ve, y también los cercanos, a quienes tarde o temprano se les revela nuestra verdadera identidad.
Cuando Jacob el patriarca en la desesperación de una crisis familiar se aleja para orar a Dios, quien se le reveló con toda nitidez en Betel, el encuentro que se produjo fue muy intenso, dramático, el ángel quería alejarse al despuntar el alba, pero Jacob lo retiene, lo fuerza a quedarse. Recuerdo un retrato del momento, donde el artista logra captar con mucho realismo aquella situación, en el rostro de Jacob se dibuja la angustia, la súplica intensa mientras se abraza de las piernas del Ángel de Jehová en un acto desesperado.
El conflicto se resuelve con una pregunta:
Génesis 32:27
Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob.
En este caso su nombre revelaba cuál era su verdadera identidad, Jacob el engañador, el embustero, podríamos decir ventajero como una expresión cercana a nuestro contexto.
No fue sino hasta que se confronta con su realidad que recibió bendición, una bendición que no merecía, como ninguno de nosotros la merece.
Dios se hace llamar repetidamente en las escrituras el Dios de Jacob, ¡cuanto encierra esta expresión!, me consuela saber que Dios se apiadó de tal modo de este hombre que se identifica con el como para ser llamado: el Dios de Jacob.
Podríamos decir que en Jacob, está representada la naturaleza humana, egocéntrica, diligente para abogar por sus privilegios y derechos, rápido para tomar ventaja de las oportunidades, si las cosas se complican sale airoso haciendo uso de la mentira.
¿Cómo escapar del engaño de nuestra auto percepción?
Vamos en busca de aquel que nos conoce, cuya palabra es viva y eficaz cuando es instrumentada por su Espíritu Santo, y penetra hasta partir el alma y el espíritu, y discierne las intenciones y lo oculto del corazón.
Ge. 32:30 Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo:Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma.
Solo la revelacion del Espiritu puede hacernos concientes de nuestra verdadera identidad y crear en nosotros la necesidad de ser transformados.
Sal. 36:9 Porque contigo está el manantial de la vida;
En tu luz veremos la luz.
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