Al músico principal; sobre Gitit. Salmo para los hijos de Coré.
1 ¡Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos!
2 Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová;
Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo.
3 Aun el gorrión halla casa,
Y la golondrina nido para sí, donde ponga sus polluelos,
Cerca de tus altares, oh Jehová de los ejércitos,
Rey mío, y Dios mío.
4 Bienaventurados los que habitan en tu casa;
Perpetuamente te alabarán.
Selah
5 Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas,
En cuyo corazón están tus caminos.
6 Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente,
Cuando la lluvia llena los estanques.
7 Irán de poder en poder;
Verán a Dios en Sion.
8 Jehová Dios de los ejércitos, oye mi oración;
Escucha, oh Dios de Jacob.
Selah
9 Mira, oh Dios, escudo nuestro,
Y pon los ojos en el rostro de tu ungido.
10 Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos.
Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios,
Que habitar en las moradas de maldad.
11 Porque sol y escudo es Jehová Dios;
Gracia y gloria dará Jehová.
No quitará el bien a los que andan en integridad.
12 Jehová de los ejércitos,
Dichoso el hombre que en ti confía.
¿Quién escribió semejante salmo?
¿Quiénes eran los hijos de Coré?
Mi corazón se ha alegrado y emocionado muchas veces leyendo este salmo, su profunda inspiración, revela y destila una devoción intensa que invita a la fe, a la alabanza y adoración.
Del mismo modo que al mirar una obra de arte, nos preguntamos por el genio y el corazón del artista, así me he preguntado muchas veces de dónde surgieron estas expresiones tan gloriosas.
Qué sorpresa saber que los autores: los hijos de Coré, son la descendencia perdonada de aquellos rebeldes que se levantaron contra Moisés.
Números 26:10-11
...y la tierra abrió su boca y los tragó a ellos y a Coré, cuando aquel grupo murió, cuando consumió el fuego a doscientos cincuenta varones, para servir de escarmiento.
Mas los hijos de Coré no murieron.
Los descendientes llegaron a ser porteros del templo y de la casa real.
1 Crónicas 9:17-19
Y los porteros: Salum, Acub, Talmón, Ahimán y sus hermanos. Salum era el jefe.
Hasta ahora entre las cuadrillas de los hijos de Leví han sido estos los porteros en la puerta del rey que está al oriente.
Salum hijo de Coré, hijo de Ebiasaf, hijo de Coré, y sus hermanos los coreítas por la casa de su padre, tuvieron a su cargo la obra del ministerio, guardando las puertas del tabernáculo, como sus padres guardaron la entrada del campamento de Jehová.
Como los gorriones se cuelan y ponen sus nidadas donde no son llamados, y como la golondrina regresa de su exilio buscando un lugar donde cuidar sus polluelos, así estos hombres, descendientes de de una familia que cayó en desgracia, encontraron con regocijo el perdón, la gracia que renueva y comunica el favor de Dios.
¿Habrán observado a estas aves filtrarse sin permiso en el santuario? ¿Se habrán sentido identificados?
Es una salmo que nos invita a cantar, (mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo), pero también nos habla de un valle de lágrimas, penumbras que se convertirán en una fuente y llegará la hora de andar en poder, experimentar la presencia viva de Dios entre los santos (vrs.7).
Les tocaba a estos hombre estar en el atrio, actuar como porteros, pero independientemente de la importancia de la función, su gran tesoro consistia en experimentar la gracia y la gloria de Dios, y caminar en integridad para no perder este bien celestial, su presencia como el tesoro más preciado.
11 Porque sol y escudo es Jehová Dios;
Gracia y gloria dará Jehová.
No quitará el bien a los que andan en integridad.
12 Jehová de los ejércitos,
Dichoso el hombre que en ti confía.
Sol y escudo es Jehová, calor en el corazón, protección para nuestra alma.
Bienaventuranza, dicha, para los que caminan por la fe, atesorando la verdad.
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